Norman Cameron (Bombay, 1905-Londres, 1953) fue, sin duda alguna, un poeta singular. Amigo de Robert Graves, Dylan Thomas, Henry Moore, o George Orwell, entre otros, su producción poética se reduce a tres obras y varias traducciones, pero su calidad es tal que el propio Graves coloca su poesía entre las mejores obras de la primera mitad del siglo XX.
Todos aquellos que conocieron a Norman Cameron coincidieron en la excelencia de sus poemas y en la excelencia del poeta. A Cameron le acompañó siempre el interés por desentrañar su propia alma y la habilidad de aliviarse a través de la composición de la poesía, algo que conseguía desde sus tiempos de estudiante cuando traducía del latín y del griego.
En 1925 Cameron ya conocía el psicoanálisis y pensó en su utilidad para arrojar luz sobre la literatura. Juzgaba el inconsciente como la clave de la poesía, hecho que reforzaba su propio interés por la introspección, por los sueños, ensoñaciones y pesadillas. En 1927, conoció a Robert Graves y Laura Riding. Puede que, como apunta Warren Hope (su biógrafo), su conocimiento del psicoanálisis fuera una de las causas del acercamiento a Robert Graves, pues este fue pionero en la aplicación del psicoanálisis contemporáneo al análisis de la composición de poemas en On English Poetry (1922) y Poetic Unreason (1925). Graves acabó por definir a Cameron, por una parte, como un presbítero preciso y moralista, y, por otro lado, como un pagano y gran compañero.
Según Cameron, escribir poesía tenía que servir para algo que estuviese fuera de sí mismo. Repetía, cada vez que se le preguntaba por la creación del poema, que escribía un poema porque pensaba que el poema quiere ser escrito. Sus contemporáneos le veían como un hombre sencillo y era cierto: sencillo y singular en su falta de ambición literaria.
Warren Hope recalca que el poema no lo busca el poeta, sino que aparece a pesar de la renuencia de este último. La forma del poema no está impuesta: el patrón crece ante sus ojos. Tales experiencias no son los productos extravagantes de una mente enferma, sino el marchamo de poemas cuya longitud no es sino una medida obsoleta
Fue discípulo de Laura Riding al igual que Robert Graves lo era y lo confesó en público (Graves, no Cameron). Pero que Cameron supiera de lo que Riding hablaba y le encantase escucharle y leer sus libros no hizo que él cambiase un ápice ni en los temas ni en la técnica.
En cuanto a su personalidad, Robert Graves subraya que lo que Cameron demandaba era un comportamiento decente. No le agradaban ni los nazis ni los bolcheviques, por lo que se sentía libre para decir exactamente lo que opinaba de ellos. Y, en cuanto a su escritura, Graves pensaba, no sin cierto asombro, que Cameron daba la técnica como algo ya supuesto sin sentir nunca la necesidad de imitar o experimentar. Martin Seymour-Smith, en su biografía de Graves, escribe sobre Cameron que este temía sus propios impulsos poéticos y a dónde podían conducirle. Probablemente había encontrado un apoyo para sus temores en lo que posteriormente denominó “El asunto de la ventana”. El 27 de abril de 1929 Robert Graves, Laura Riding, Nancy Nicholson (quien era a la sazón la esposa de Graves) y Geoffrey Phibbs (poeta irlandés con quien Riding estaba colaborando en un libro) se encontraban en el piso que compartían los dos primeros. Nancy vivía con los niños en una barcaza en el río Támesis muy cerca del apartamento donde vivían y tenían su imprenta Riding y Graves. Los tres formaban una especie de “Trinidad” pero Riding se enamoró de Phibbs, pretendiendo formar una vida-cuatro. Sin embargo, Phibbs no cayó en los encantos de Laura, sino que se enamoró a su vez de Nancy, por lo que Laura Riding, despechada y en un arrebato de celos, se precipitó por la ventana del 4º piso, no sin antes decir “Adiós amigos”. Sorprendentemente, sobrevivió a la caída, a pesar de haberse fracturado la pelvis y cuatro vértebras, y de sufrir una grave herida en un ojo. El accidente dio pie a una investigación policial, ya que en aquel entonces el intento de suicidio era considerado como una ofensa punible por la ley; gracias a la influencia de Sir Edward Marsh el caso fue archivado. Robert Graves y Laura Riding abandonaron Inglaterra y se establecieron en Mallorca. En mayo Robert y Nancy se separaron formalmente. Norman Cameron partió a Nigeria como superintendente de educación del Servicio Colonial.
Sin embargo, se fue de Nigeria mucho antes de terminar su contrato allí para dirigirse a Mallorca en 1931, según Robert Graves con la intención de dedicarse por completo a la literatura. De ser así, dice Warren Hope, pronto se desilusionó.
En Mallorca todo giraba en torno a Laura Riding y Robert Graves, y el grupo de artistas que poco a poco fueron llegando a la isla se convirtió en la “Familia”, como la denominaba Norman Cameron. En ese entorno se conocen el poeta recién llegado de Nigeria y la que sería su primera esposa: Elfriede Faust. Cuando esta joven y bella alemana llegó a Mallorca, Laura Riding la eligió como pareja de Cameron, pero el tema se torció cuando Robert Graves se encaprichó de ella, por lo que Riding la envió a Canarias, con el pretexto de que Elfriede sufría tuberculosis, para separarla de Graves y, antes de regresar Cameron, la trajeron de vuelta para emparejarla con él. De vuelta a Inglaterra debido a la opresión que sentía Norman dentro de la “Familia”, este se convirtió en redactor, se casó con Elfriede, aunque la familia verdadera de Cameron siempre sospechó que se había casado con ella para que la alemana obtuviese la nacionalidad británica. De todos modos, comenzó un período vital relativamente prolífico en cuanto a la escritura y publicación de poemas, período que consolidó su reputación entre otros poetas. En cuanto a la “Familia”, Graves refleja y describe en su exitosa novela “Yo Claudio” a los miembros de la tribu, siendo el propio Claudio un trasunto de Norman Cameron.A pesar de las desavenencias, casi nunca explícitas entre Riding y Cameron, ella le invita a traducir a Rimbaud. Pero la relación entre ambos empeora. Ella le llama Cameron Zero o Cameron el sociable.
Junto con Roy Fuller, uno de los jóvenes poetas que llegaron a los poemas de Norman Cameron fue Dylan Thomas en Swansea. Cameron se convirtió en una especie de tutor y mecenas de Thomas a lo largo de muchos años y la relación entre ambos sufrió alguna que otra desavenencia, pero siempre Cameron estuvo en disposición de ayudar a Thomas tanto a nivel emocional como económico. La relación entre Caitlin (la esposa de Thomas) y Norman no fue nunca demasiado buena, pues ella argüía que la relación entre su marido Dylan y Norman era una relación homosexual, pero sin sexo.
William Samsom sugirió a Cameron escribir un guion sobre Rimbaud y Verlaine para la BBC. Cameron se negó a escribir dicho guion, pero acabó escribiendo un poema sobre ellos. En dicho poema, Dylan Thomas y Cameron parecen ser Rimbaud y Verlaine respectivamente. La relación entre Cameron y algunos de sus seres más cercanos se puede leer entre líneas en algunos otros poemas como, por ejemplo, en “Ella y yo”, donde ella es tanto Laura Riding como Elfriede Faust.
Ella y yo
Ella y yo pensábamos y luchábamos
y cada uno de nosotros ganaba al perder el otro.
Ella y yo bailábamos y nos pavoneábamos
y perdimos negligentes el uso de nuestros pies.
Ella y yo cogíamos enfermedades y fríos
y nos curábamos o moríamos antes de toser.
Ella y yo caminamos y hablamos
media hora después de ser decapitados.
Bibliografía: Norman Cameron. Antología poética. Edición literaria y traducción de Imanol Gómez Martín. El Desvelo Ediciones. Santander, 2022.
Sigue sin haber un derecho al suicidio.
Desconocía que Graves se había interesado en el psicoanálisis, y, de hecho, ni en su poesía ni en su prosa hay rastro alguno de nada ni remotamente parecido. Por otra parte, Yo Claudio se atiene a la historia, y no veo como la familia de un emperador y su mujer envenenadora pueda tener paralelismo en el poliamor de Graves y compañía…