Sin duda alguna la historicidad –occidental o logocéntrica– de la filosofía podría desentrañarse desde el eje categorial del concepto de categoría; esto es, los predicamentos o modos del ser de acuerdo al discernimiento que nos legó Aristóteles descritos en «Tópicos» y «Categorías». Los cuales servirán luego para la diatriba con Kant, quien acentúa la identidad de su pensamiento tabicando en esta diferencia la relación a las condiciones mismas que determinan las posteriores atribuciones condicionadas (los a priori). Por supuesto que no podríamos sintetizar en una frase toda una corriente filosófica en relación a otra, sobre todo si ambas son canónicas para el quehacer académico y curricular de lo filosófico. Pero nuestro propósito es pensar, y ello implica la huida campo a través, al desnorte del cielo magnificente, sin reaseguro ni garantía alguna, ni de agradar ni de persistir en la intención del no-error. Kant hará lo mismo con Aristóteles que de alguna manera hizo Platón con Parménides. En un juicio sintético podríamos afirmar que no es más que un Platón recargado. Al menos, se sirve mucho más de él que lo que afirma y que lo que luego se decodifica de sus postulados o concepción. Pero, tal como dijimos, no es el tema aquí, ni tampoco lo será en un futuro, son tantos otros los que tendrán en todo caso los recursos, la disposición y sobre todo las ganas o el deseo de desenredar estos vericuetos, que a la postre no resultan más que el desliz de cierto vedetismo filosófico.
Hegel sí disuelve la multiplicidad categorial en la Fenomenología del espíritu y la reconvierte en la centralidad materialista de la «fuerza» que no es más que la suya y la que, a partir de tal instancia, se conjuga en la dialéctica de conceptos definidos en la intersubjetividad que redefine la conciencia, autoconciencia; la ley como producto de aquella fuerza y el espíritu más allá de lo absoluto.
Tal como expresamos, y sin el ánimo ni la propuesta, en la que seguramente incumplimos, de no hacer una hermenéutica filosófica a partir del término o concepto de categoría, lo cierto es que la contribución que realizamos a nuestra actualidad, como escenario de la disposición a pensar, tiene que ver en que arribamos a una instancia en donde nuestra noción o deseo de subjetividad no reproduce nada más allá de su estar «liminar» o testimonial. Una existencia que ni siquiera se plantea el arrojo, sino que pretende en su desentenderse siquiera hacerse cargo de la condición que implica el existir.
Lo que tal vez para otros signifique la desustancialización del sujeto en cuanto tal puede que para nosotros sea esto mismo: el fin, el cese de lo atribuible, de lo predicable de un S que ya no es P, y al que no se le debe pedir, exigir, ni demandar más nada (en términos políticos o sociales, el sujeto simbólico cosificado en la pobreza extrema, en la marginalidad, en el derivado desechable de un producto como no-cosa, de un fantasma errante migrando la finitud para perecer al menos intentándolo).
La polea cortada, las naves quemadas, el desanudarse de un sujeto que dejó de ser tal por la inanición de pensarse y consumido en el abandono aceleracionista de habernos convertido en un resultante o «producido» de algoritmos definidos por una razón instrumental o instrumentalizada.
Ya siquiera necesitamos ni la diosa del poema de Parménides ni a este ni su recuerdo; es que en verdad (que término tan insignificante) nada sucedió luego de tales palabras que no son ni tuyas, ni mías, sino constitutivas: «Pero ven, y te diré, y tú retén las palabras oídas, qué únicos caminos de busca son pensables. El uno, que es y que no es posible que no sea, es la vía de la Persuasión, pues sigue a la Verdad. El otro, que no es y qué necesario es que no sea, este, te digo, es un sendero ignorante de todo. Porque ni puedes conocer lo que no es, pues no es factible, ni expresarlo» (Fragmentos del «El poema de Parménides». Fragmento 2. O bajo el título que se le atribuye “Sobre la naturaleza” Περὶ φύσεως ἱστορία).
Por Francisco Tomás González Cabañas. Escuela Correntina de Pensamiento. Conceptualización filosófica.